jueves, 20 de octubre de 2011

30 de costa a costa


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Alojamiento: Bed & Breakfast
Valoracion: 7
Comentarios: La primera impresión fue bastante mala, porque hay que atravesar toda la casa, que es muy oscura, hasta llegar a la habitación. Resulto ser muy luminosa con un patio/terraza privado lleno de plantas. u

18-Octubre-2011 


Ha amanecido un día desapacible en Perth, la lluvia nos ha despertado y nos ha acompañado hasta el aeropuerto, como si Australia Occidental llorara nuestra partida. (Sé que ha sonado muy cursi, ahora que se tire lloviendo un mes que nosotros nos piramos). 

Estos últimos días nos hemos estado recuperando de nuestro particular "Síndrome de Estocolmo". Al llegar a Perth sentimos cierto alivio, estábamos en la gran ciudad y habíamos  conseguido escapar del aislamiento de esas zonas remotas de Kimberley o del Territorio del Norte. Por paradójico que parezca, en ese mismo instante comenzamos a echarlas de menos.

Perth es una ciudad como otra cualquiera del mundo occidental. Por el contrario, esa "Australia profunda" tiene una fuerte personalidad, sus propias reglas, es especialmente dura, nos  dice a la cara lo insignificantes que somos y lo difícil que puede ser la vida. 

El viaje a través del Outback se puede entender como una "road movie" de largo-metraje, nunca mejor dicho. No se suceden maravillas naturales, ni ciudades, ni nada en particular a parte de kilómetros y kilómetros de una interminable monotonía. Se pueden recorrer 4000 kilómetros como si se llevara pegada una fotografía fija en el parabrisas delantero (la titularemos "eucaliptos sobre típica tierra roja australiana").

En esas películas siempre se dan situaciones insólitas y eso ocurre también aquí. Imposible no cruzarse con algún excéntrico, borracho o anónimo de vida fascinante. Este aislamiento facilita conocerlos. Se continúa a lo largo de infinitas carreteras rectas. Hay mucho tiempo para pensar, para aprender a perder la "impaciencia". Al llegar a Perth hemos parado el cuentakilómetros en unos 8700 km, suficiente para conducir de Madrid a Kabul (que hubiera sido otro de esos "viajes intimistas").

El saldo ha sido: cero accidentes, una multa de tráfico (el primer día por no llevar las luces encendidas), cero canguros, vacas u ovejas atropelladas, quizás algún lagarto pero quedó sin confirmar. Tres pájaros golpearon simultáneamente la luna delantera, aunque muy "farruquitos" no nos detuvimos a comprobar si hubo o no víctimas. 

Inevitable ha sido acabar con la vida de varios millones de mosquitos. Se aproximan a toda velocidad y al momento han desaparecido. Los más grandes dejan un pequeño rastro líquido, ¿las alas también se licuarán?. Ya lo decíamos ... demasiadas carreteras rectas convierten un simple mosquito en una reflexión sobre lo fugaz: "la vida desintegrada miles veces por minuto a escasos centímetros de ti".

En unos momentos tomaremos tierra en el aeropuerto de Sydney, toca comenzar un nuevo capítulo: "Australia Oriental" . Luce un sol radiante, como si la ciudad nos recibiera con alegría dandonos la bienvenida (sé que ha sonado cursi, pero lo que importa es que estamos en Sydney y hace un tiempo "de puta madre").












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